Humedece tu esponja, alma creativa

Tenía varios temas pendientes para escribir alguna entrada. De hecho hice una lista que lleva por título “cosas de las que escribiré cuando tenga tiempo”. El problema es que ese momento llegó y en lugar de golpear ávidamente las teclas del portátil cual pianista de jazz, me quedé mirándolas con desidia.

Dios da pan a quien no tiene dientes, e inspiración al que no tiene tiempo. Los estudiantes solemos sentir esta sensación dos veces al año, primero en diciembre y enero, y después en mayo y junio. Cuando sientes el aliento de los exámenes finales te vienen a la mente mil planes e ideas. Es especialmente doloroso en el segundo caso, por la proximidad del verano. Tus ojos contemplan los apuntes sin que tu mente pueda procesarlos, porque está pensando en todas las cosas que harás cuando seas libre, o en las horas que vas a pasar a remojo en la piscina cual feliz y despreocupado garbanzo.

Pero por suerte o por desgracia todo tiene un fin, y los cuatrimestres no son una excepción. He aquí que me encuentro con todo el tiempo del mundo a mi disposición y una ausencia total de ganas de mover un dedo. Todas esas maravillosas ideas y proyectos que me vinieron a la mente cuando estaba de trabajo hasta las cejas, ahora se acumulan ante mí y no sé por dónde empezar. Solo encuentro una explicación: tras estas semanas de tanto pensar mi cerebro se ha quedado completamente seco.

spon

He llegado a la conclusión de que el cerebro es como una esponja. Puedes escurrirlo hasta sacar toda el agua, pero una vez seco no obtendrás ni una gota más. Tras periodos de actividad intensa la materia gris necesita algo de tiempo para volver a humedecerse. Para agilizar la recuperación ayuda empaparla bien de cualquier cosa que estimule tus sentidos. Ponte esa peli que llevas tiempo queriendo ver, o dale una oportunidad a una serie nueva. Sal a pasear, o a correr, y a ser posible deja Facebook, Twitter e Instagram por un día. Pero si hay algo que nunca falla es la música.

Y sobre todo, deja el futuro para el futuro. Al menos para mañana. Esto no es un alegato a la vagancia, es una forma de coger fuerzas y dejar de lado el agobio que asoma por encima del horizonte cuando miras hacia delante. Normalmente recuperarse tan solo lleva un día o dos de descanso mental. Además obligarte a crear cuando estas exhausto y desganado no suele tener resultados reseñables, como prueba esta entrada del blog.

Si tienes que forzarlo para que salga, es que no es el momento.

Cuando tu mente vuelva a estar fresca y sientas que un impulso nace desde lo más profundo de tus tripas, ese sí es el momento. Entonces habrá que trabajar, trabajar y trabajar, probar y equivocarse una y otra vez, porque en palabras de Pablo Picasso:

«La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando»

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